Pasamos, eso si, por el apartado (1 km más o menos del camino oficial) pero bellísimo monasterio de Obona.
El paraje donde se encuentra es muy apartado y respira espiritualidad. Parece que los monjes van a aparecer en cualquier momento. Eso si, da pena su estado de abandono. Ojalá pudiese restaurarse y darle utilidad como albergue de peregrinos, por ejemplo, al estilo de Cornellana o Sobrado dos Monxes. Se ve que el sitio tuvo un pasado brillante y que fue un importante centro de acogida de peregrinos, según cuenta su historia.
Encontramos las flores más bonitas del camino y las placas de pizarra que sirven de cerca a las fincas. Mucho ganado, desde caballos a las sempiternas vacas.
Pasamos por Tineo, bonita localidad con una famosa estatua de peregrino hecha de metal. Allí descansamos y comimos una deliciosa empanada. Después buena cuesta de salida pero por un paraje muy hermoso y por tanto no se nos hizo especialmente dura. Había unas vistas preciosas. El sendero era como una ventana al mundo y disfrutamos a pesar de la cuesta.
Yo llegué muy tocado, temí que no podría seguir. Sin embargo el maravilloso albergue, donde Herminia reina en todo el condado, hizo sus milagros y me recuperé bastante bien. Tiene restaurante, albergue, almacén de piensos... Pronto cambiarán el nombre de la aldea por Herminia.
Comimos de campeonato, tres platos a "tutti plain" y vino a destajo. Comimos con un danés muy simpático al que vimos en días sucesivos. Federico. Luego con el hielo, la cremita y las pastillas la cosa mejoró y mi tendinitis me dio una tregua.
Llegaron malas noticias de casa, pero ese es otro tema que merece ser contado en otro momento.
Buen descanso y avance significativo en la conquista del famoso día para poder hacer la Ruta de los Hospitales. Aquí la gente se dividía entre los que iban por Hospitales y los que no. La diferencia: historia, mito y dureza contra camino actual. Y nosotros no habíamos venido de paseo. Había que apostar duro y así lo hicimos. Hospitales.
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